Según cuenta una vieja leyenda del Camino de Santiago, recogida por Juan Ramón Corpas en su libro Curiosidades de Navarra. Aquí se apareció el diablo con la forma de un apuesto joven, a un sediento caminante que subía el puerto en pleno verano. El diablo le ofreció la posibilidad de refrescarse y de beber si renegaba de Dios, pero el peregrino rechazó la oferta.
Entonces, el demonio le volvió a tentar, sugiriendo que tal vez bastaría con renunciar a la Virgen María para recibir el preciado líquido. Tampoco esta vez aceptó el caminante.
Como última oferta, Satanás apuntó que bastaría con renegar del apóstol Santiago para conseguir el agua. Pero el peregrino rehusó de nuevo la tentación y se puso a rezar pidiendo ayuda a las alturas.